Se me ocurre que en ocasiones no somos realmente conscientes del potencial de algunas de nuestras ideas. Es como de esas veces, que llegas a algo por casualidad, lo mantienes en tu pensamiento, pero lo dejas en barbecho.

Justo eso es lo que me pasó cuando me topé con el Cuestionario Proust. Quería utilizarlo en clase de alguna manera como recurso, pero, a la vez, también como productor de pensamiento crítico por su origen.

Y es que el mal llamado Cuestionario Proust en realidad fue idea de una joven llamada Antoinette Faure. De ahí, que haya decidido cambiarle el nombre y darle, el que al menos, desde mi punto de vista, se merece.

La secuencia didáctica es muy intuitiva. Primero, presentamos el cuestionario y su historia y después trabajamos como en el mismo desde diferentes perspectivas y dependiendo de nuestro tiempo y nuestra intención académica.

Espero que te guste y que puedas trabajarla en clase.

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